de todas nuestras intenciones
aun cuando mucho disfrutan
la compañía de los hombres.
¿Acaso no saben ustedes,
que su solo recuerdo
nubla y confunde la mente,
la vuelve del todo incoherente?
¿Que por ustedes vivimos
que por un efímero beso
todos nosotros morimos?
Son muy injustas mujeres
con el hombre sensible,
aquel que tanto las quiere.
Por si alguno de ustedes, gandules, lo llego a pensar. No, no existe Don Juan Andrés de la Cruz, sólo escribo esto para defenderme de Sor Juana y su "hombres necios".